26 de septiembre de 2013

Sincronía y evolución

La sincronicidad en nuestro espacio-tiempo:


Llega un tiempo en que hacemos balance de nuestra vida y todo parece haber estado bajo un orden y un plan, como si hubiéramos escrito nuestra biografía antes de nacer.
Circunstancias y hechos que parecían sin sentido…son indispensables para el argumento.
Así como nuestros sueños pertenecen a un lenguaje que nuestra consciencia desconoce, componemos nuestra vida voluntariamente, aunque inconscientemente, desde nuestro interior.
Personas y personajes que aparecieron casualmente en nuestra cotidianidad y luego desaparecieron…aportaron datos clave para  descubrimientos posteriores, también nosotros hemos servido a otros a descubrirse a sí mismos.
Todo está libremente encadenado.
El sueño, que es nuestra existencia, está lleno de los sueños de otros al mismo tiempo…todo está relacionado, por eso no hay culpables en los sucesos, nosotros somos también mediadores de sueños o karmas.
Si somos realmente veraces con nosotros mismos sabemos que hay una fuerza de atracción más allá de nosotros y que es  nuestra voluntad consciente la que nos empuja hacia un destino que jamás habíamos imaginado y que jamás tiene fin, ayudándonos así en nuestra transformación desde el conocimiento y la experiencia.

Llega un tiempo en  que ya no es necesario saber porque suceden las cosas, lo importante es que  han sucedido.
Las sincronías son,  entonces, las piezas dispersas del puzzle… que nos hacen enlazar unos acontecimientos con otros y darles sentido.
Cuando en un momento somos conscientes de que algo está cambiando, la percepción de las cosas aparentemente absurdas cobra un sentido fuera de lo dimensional y empezamos a entender cosas que aún nos sentimos  incapaces de explicar con palabras.
La incomunicación con el exterior se hace presente y entramos como en una especie de metamorfosis de la que apenas sabemos adonde conduce.
La irrealidad y la realidad se mezclan en una soledad infinita.
Llegamos a pensar que estamos solos en esto, o que simplemente hemos perdido el juicio…aunque tal razonamiento, por supuesto, lo hace improbable.
Entonces llegan más sincronías de la forma más sorprendente, que nos afirman nuestra verdad y lo que estamos empezando a descubrir: el sentido de nuestra vida.
Ese es el momento de la alineación de las claves, nos hacemos conscientes de que hay una estructura que va tomando forma, aportándonos datos que sólo nosotros somos capaces de descifrar, y que hay otras personas que forman parte en nuestra vida de este desarrollo final, a las que nosotros aportamos también datos, es algo puramente magnético.
Nuestra percepción toma una dimensión distinta y captamos las señales de un modo diverso;  nos hacemos consciente de que este alineamiento no es pura casualidad sino que corresponde a unos niveles más sutiles de inteligencia.
En este punto comprendemos que nada es producto del azar y que la palabra casualidad, es sólo una forma de eludir lo que no alcanzamos a entender.
Todo esto ocurre en el mismo espacio-tiempo, sincrónicamente dispuesto.
Todos hemos vivido experiencias que nos demuestran que no podemos pretender controlar nuestro camino, sino que hay sucesos imprevistos que alteran nuestra planificación.
 En este punto somos reacios a dejarnos convencer que esa dificultad es lo mejor que podía pasarnos…pero llega el tiempo en que nos hacemos conscientes que nada podría haber sido de otro modo y que aquella sucesión de acontecimientos imprevistos son las nuevas claves y pruebas que debemos aceptar.


Cada vez más personas somos capaces de entender que en estas coincidencias están las respuestas a nuestras preguntas y que estas respuestas llegan de un lugar donde vive la verdad, nuestro corazón.

Las preocupaciones cotidianas dejan de serlo y dejan de molestar…empezamos a estar en paz.

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